Madrid es una ciudad con edificios monumentales y grandes fachadas que buscan su protagonismo en el gran escaparate en el que se ha transformado en los últimos años. En las zonas premium con más turismo, grandes fachadas son restauradas en una competición por ser objeto de las miradas de los transeúntes, buscando los miles de fotos y selfies en los que serán protagonistas junto con los visitantes que inmortalizan su momento.

Pero existen en Madrid otras pequeñas fachadas que por su reducido tamaño son como esos pequeños locales o “boutiques” en los que la calidad y el gusto por los detalles compiten con la espectacularidad de los centros comerciales.

Una de estas fachadas boutique es Alcalá 33, una pequeña joya encerrada entre edificios mas grandes, pero que con una restauración delicada pero profunda ha recuperado su lugar en una zona tan concurrida como el tramo de la calle Alcalá entre Gran Vía y Virgen de los Peligros.

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La fachada estuvo mucho tiempo sin el mantenimiento adecuado, lo que provocó un deterioro de la mayoría de sus elementos constructivos.

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El alero de coronación, las fábricas de ladrillo, los frentes de balcones o los motivos decorativos de escayola necesitaban una restauración profunda.

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Cabe señalar la existencia de una interesante azulejería artesanal con motivos vegetales.

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Dentro del proyecto de rehabilitación y cambio de uso del estudio díaz&díazarquitectos se contempla mantener y restaurar la fachada. Una vez retirado el estabilizador de fachada y montado el andamio fue el momento de confirmar el estado de todos los elementos constructivos y realizar las muestras de restauración necesarias.

El equipo de Rehabilitación y Tratamientos SL colaboró con los arquitectos directores de proyecto en la definición de los detalles de la fachada y procedió a la restauración completa de la fachada. Todos los elementos necesitaron importantes intervenciones.

Los frentes de forjado presentaban una importante pérdida de masa, por lo que fue necesaria una reintegración importante de volúmenes.

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Una vez demolidas las zonas disgregadas se procedió a consolidar el soporte y a colocar las armaduras que permitieran realizar las reintegraciones.

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Utilizando los moldes de resina de poliéster previamente elaborados se recuperan los volúmenes y las formas originales.

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Las fábricas de ladrillo presentaban dos tipos de ladrillo. El ladrillo usado para la cara vista es un ladrillo cerámico cocido a una temperatura no muy elevada, lo que lo ha hecho menos resistente a la humedad y la intemperie que el ladrillo utilizado para el resto de las fábricas, que es el típico ladrillo madrileño.

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Se encontró un ladrillo de similar tamaño y una vez picado un mínimo de 6 cm de profundidad de las piezas deterioradas se procedió a retacar con mortero sin retracción los paños de ladrillo.

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Con el fin de proteger la fábrica de ladrillo de la intemperie, además de homogeneizar el color de los nuevos ladrillos con los antiguos, se procedió a aplicar una veladura mineral.

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Para recuperar los elementos decorativos se procedió a sacar los moldes necesarios de las jambas y frisos sobre las ventanas para reproducir las nuevas piezas de escayola.

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Los motivos decorativos sobre las ventanas son diferentes en cada planta.

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Los azulejos originales se desmontaron y se llevaron al taller de un restaurador especialista, que procedió a su restauración y limpieza. Así mismo tuvo que fabricar nuevas piezas utilizando técnicas tradicionales para reponer las que faltaban.

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Se coloca un vierteaguas de zinc sobre el alero, así como en el borde de remate de los balcones.

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Un alero nuevo de madera de Iroko y la restauración de las barandillas de forja completan una intervención hecha con paciencia y gusto por el detalle.

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Miguel Ángel Ortega Taboada